Nuestra capacidad de errar es inseparable de nuestra imaginación». Por eso meter la gamba también tiene sus ventajas, como ocurre en la ciencia, que «progresa a base de percibir y corregir errores.
Aceptar que podemos fallar no solamente reduce nuestras probabilidades de cometer errores, sino que además nos ayuda a pensar de una forma más creativa, a tratarnos unos a otros con más amabilidad y a forjar sociedades más libres y justas.
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